¿Hacia dónde quiere llevar Lugo al Paraguay: hacia Chile… o Cuba?
Ante el evidente rumbo izquierdista “bolivariano” tipo Hugo Chávez que está imprimiendo el presidente Lugo a su gobierno y la incógnita de qué clase de país finalmente se propone construir, la ciudadanía tiene el derecho de requerir de él y de los líderes socialistas y marxistas a ultranza que lo secundan, una definición al respecto. Los mismos deben responder inequívocamente a este crucial interrogante que se les formula para que la opinión pública tenga un claro elemento de juicio para expresar, también de manera inequívoca, su conformidad o disconformidad al respecto. Como marco de referencia para definir la clase de país que podemos esperar tener en el corto o mediano plazo, podríamos utilizar como ejemplos a dos países paradigmas: uno como CHILE, o uno como CUBA. El gran acierto de la coalición socialista que tomó el poder en Chile tras el fin de la dictadura fue el discernimiento político estratégico sensato de que para mantener un modelo económico exitoso no se necesitaba de un Pinochet ni de un Allende. En cuanto a Cuba, todos conocen su desastrosa situación económica y falta de libertades. De cara a las dos opciones políticas posibles, el presidente Lugo tiene que responder claramente al crucial interrogante que el pueblo paraguayo le formula: ¿Qué clase de país tiene la intención de construir: Uno como Chile, o uno como Cuba?
Desde la caída del Partido Colorado, y de la mano del presidente Fernando Lugo, los partidos y movimientos sociales de izquierda, pese a haber obtenido apenas el 3 por ciento del voto popular en las elecciones generales del 20 de abril de 2008, han ganado hasta ahora notable preeminencia en la formulación de políticas gubernamentales y en la conducción de la administración pública. Mientras tanto, el PLRA, que con su amplio caudal electoral hizo posible el triunfo de la Alianza Patriótica para el Cambio (APC), parece haber caído en el mismo error que cuando se alió con los colorados argañistas para derrocar al gobierno de Raúl Cubas. Como se recordará, en la ocasión, con el doble de representación parlamentaria que el Partido Encuentro Nacional, los liberales aceptaron la repartija de cargos en el “gobierno de unidad nacional” en pie de igualdad con este. Cuando se percataron de su craso error, ya era tarde.
Tratando de mitigar la desmoralización de su electorado por la fatal estupidez cometida, se retiraron unos meses después. Pero el daño estaba hecho y era irreparable; hasta el punto que no tuvieron posibilidad alguna de disputar el poder a los colorados en las elecciones generales de 2003. Para las del 2008, les fue peor aún, pues se vieron obligados a renunciar a un candidato propio para la Presidencia de la República y optar por Fernando Lugo, integrando una alianza con minúsculos partidos y movimientos políticos de izquierda, como el P-MAS, Partido Democrático Progresista (PDP), Tekojoja, Partido Socialista (PS) y otros. Dada la abierta preferencia del Presidente de la República por esta minoría, que en conjunto apenas logró 3 bancas en Senadores y 5 en Diputados, muchos liberales temen que, con el apoyo a Lugo, el PLRA esté cometiendo el mismo error que cuando se alió con la facción argañista de la ANR y pague las consecuencias en el 2013.
Ante el evidente rumbo izquierdista “bolivariano” tipo Hugo Chávez que está imprimiendo el presidente Fernando Lugo a su gobierno y la incógnita de qué clase de país finalmente se propone construir, la ciudadanía tiene el derecho de requerir de él y de los líderes socialistas y marxistas a ultranza que lo secundan, una definición al respecto. El Presidente y sus hombres, López Perito, Camilo Soares, Sixto Pereira, Carlos Filizzola, Rocío Casco, José “Pakova” Ledesma, Elvio Benítez, por citar algunos, deben responder inequívocamente a este crucial interrogante que se les formula para que la opinión pública tenga un claro elemento de juicio para expresar, también de manera inequívoca, su conformidad o disconformidad al respecto. Contrariamente a la evasiva y ambigua cantinela –el Paraguay es “especial”, tendrá su modelo propio– a menudo esgrimida por el Presidente de la República y sus seguidores para eludir una respuesta sincera acerca del modelo de nación que quieren construir, el Paraguay en modo alguno es un país de excepción. Su realidad geopolítica es esencialmente igual que la mayoría de los otros países de la región. También lo son sus problemas estructurales, económicos y sociales, así como los avatares políticos que lo han sacudido con mayor o menor intensidad en los últimos tiempos. Así, como marco de referencia para definir la clase de país que podemos esperar tener en el corto o mediano plazo, podríamos utilizar como ejemplos a dos posibles paradigmas: uno como CHILE, o uno como CUBA.
Coloquemos la realidad nacional de ambos países en perspectiva para poder apreciar sus diferencias. El modelo económico chileno que recibió como herencia el gobierno democrático que reemplazó a la dictadura ha resultado plenamente exitoso, pues se ha mantenido invariablemente bajo la radical transformación política que sufrió la sociedad chilena con la defenestración de la dictadura y la pérdida del control gubernamental por parte del segmento conservador de esa sociedad.
El gran acierto de la coalición socialista que tomó el poder en Chile tras el fin de la dictadura fue el discernimiento político estratégico sensato de que para mantener un modelo económico exitoso no se necesitaba de un Pinochet ni de un Salvador Allende. El modelo de desarrollo económico diseñado por los colaboradores del dictador, y que los sucesivos gobiernos democráticos de la coalición socialista han mantenido prácticamente sin alteración, ha permitido a este país no solo doblar su tasa de crecimiento histórico (a un promedio del 7 por ciento anual desde 1984 hasta 1989) sino también reducir el nivel de pobreza de la gente de 45 por ciento (como lo es actualmente en nuestro país) en 1987 a 22,2 por ciento en 1998.
Aparte de su acierto político en materia económica, la coalición gubernamental socialista ha logrado una pacífica transición, de un estado totalitario a uno plenamente democrático. Una razón más para recalcar que el Paraguay no necesita de un nuevo Stroessner para recuperar la seguridad pública, ni de un Fernando Lugo devenido dictador marxista para dar solución a los problemas económicos y sociales que nos afligen, o sanear las corruptas y fosilizadas instituciones públicas.
Si Salvador Allende hubiera logrado imponer su “socialismo total, científico y marxista”, Chile, en vez de encontrarse como ahora, hubiese estado como Cuba en la actualidad, con algún dictador perpetuado en el poder y los chilenos en la pobreza, bajo duro yugo dictatorial, emigrando por el mundo en busca de trabajo. Si el presidente Fernando Lugo y su camarilla marxista “bolivariana” optan por el nefasto ejemplo de Salvador Allende, e intentan imponer a la mayoría del pueblo paraguayo un régimen autoritario más interesado en utilizar el poder para consolidarse en el mismo y libar sus mieles antes que en atender las necesidades de la sociedad en general, el Paraguay que nos espera, a nosotros y a nuestros hijos y nietos, es ciertamente sombrío, y no podemos aceptarlo pasivamente.
En lo que se refiere a Cuba, todos conocen la situación actual: una economía destrozada, con el pueblo viviendo en condiciones paupérrimas, las libertades públicas canceladas y los derechos humanos sin vigencia.
Por eso, de cara a las dos opciones políticas posibles, el presidente Lugo tiene que responder claramente al crucial interrogante que el pueblo paraguayo le formula: ¿Qué clase de país tiene la intención de construir para los paraguayos: Uno como Chile, o uno como Cuba?
23 de Noviembre de 2009 22:11
http://www.abc.com.py/abc/nota/49581-¿H ... e…-o-Cuba/